EL @MOR VIRTUAL


Es posible que la flecha de cupido traspase un monitor?
Existe el amor cibernético?

Internet: ventana al mundo. En estos "tiempos-sin-tiempo"  permite conocer a múltiples personas de diversas geografías.
No implica en sí misma un obstáculo para Eros. Depende, más bien, de la posición subjetiva del internauta, de su manera de vincularse, y si en algún momento entra en escena lo real del cuerpo o no.
Lo virtual acerca estando lejos, o aleja estando cerca. Es su paradoja.
El riesgo del ciber@mor es la idealización, la ilusión, que se desdibuje la diferencia entre lo simbólico y lo real, entre la imagen y lo que es... entre la-mirada-que-se-cita y una cita-a-ciegas.
Leer al otro sin verlo o verlo sin poder mirarlo, no con-tactarse, hace que aquello que falta sea fantaseado.
Por eso cuando el tardío encuentro-en-presencia  se produce, lo que se venía sosteniendo virtualmente en ocasiones se diluye. Tras la puesta en juego del cuerpo, la relación puede escamotear-se: el ciberamante antes apasionado comienza a evitar al otro, a no responderle.
La magia de los textos se convierte en desencanto.
En el ciberespacio los discursos con frecuencia son anónimos, los nombres propios se reemplazan por seudónimos e incluso las personas pueden recrear su imágen para seducir, inventarse identidades o cualidades que no tienen, ocultar su ser detrás de una máscara-pantalla, compartir una ficción donde (a)parecen príncipes y damas azules, superhéroes, medias naranjas, ideales, personajes.
Predomina el sentido de la vista, acompañado de la resonancia (no la escucha) de un micrófono falto-de-voz-clara, de susurro.
A la histeria lo virtual "le viene como anillo (que evita colocarle) al dedo" : brilla en las letras, recorre sensualmente el teclado, sin que se produza ningún roce corporal.
No hay compromiso-de-todo-el-ser. No hay entrega.
Los ciberamantes se escriben, se ven por el ojo escópico de una webcam-en-foco, se muestran, se seducen, se desean, incluso se desvisten... pero no se tocan
No hay aromas, sabores, miradas, caricias, cuerpos.
Imaginan lo que sienten o sienten lo que imaginan, pero no lo viven.
Lo voyeur-exhibicionista impulsa un vaivén autoerótico.
Borrascosa, ferviente, cautivadora, la escritura aviva el deseo, lo tienta, lo desborda, porque aunque parezca que "se tienen palabras a guisa de dedos o dedos en la punta de las palabras" (Roland Barthes), la piel del otro no está en ellas.
Mensajeras del amor, alicientes ante la ausencia, las palabras envuelven un misterioso sortilegio. Entretejen el velo que (en)cubre lo-que-no-está-allí.
Amantes que se amaban a través de cartas en "los tiempos de cólera"; amantes que se aman por correo electrónico en los tiempos de internet.
Fusión imaginaria con el otro en la escritura. Cólera de los amantes virtuales. Cólera del amor que es etéreo.
Son las palabras las que copulan...ellos duermen solos.
Encuentros "cara a cara" que son facebooks.
Nombres que son Nick's.
Cuerpos que son PC's, extensiones del sí mismo.
Red que es intimidad.
Miradas que son pantallas, espejos.
Giros de mouse que son caricias, besos, abrazos.
Gigabytes que son pensamientos.
Cibersexo que es piel.
Disco duro que es personalidad, sentimientos.
Emoticones que son emociones.
Un "estar on line" que pone en "off" la presencia.
Y el software en desmedro del hardware.
Superficies. Bordes. Metáforas.
Paroxismo de la imágen. Es la era tec(no)lógica con características globalizadas: egocentrismo, falta de compromiso, culto a la apariencia, hedonismo light. Pueden estar dentro del ciberespacio como afuera.
La dificultad para crear en-lace trasciende las "fronteras net" , sólo que al no estar encarnada allí la corporalidad, es más probable que el lazo deslice, se escurra, no a-nude.
El mundo moderno es una "aldea global". Sin embargo, en ella habitan subjetividades: cada persona se vincula y ama según su personalidad y los contenidos de su inconsciente.
Ya sea obsesivo, fóbico, histérico (u otra personalidad), quien chatea es el mismo cuando va a un bar. Pero, según el caso, la pantalla de  la pc servirá para afianzar rasgos o defensas, para debilitar inhibiciones o re-crearse ilusoriamente: el ciberespacio como cápsula que resguarda el aislamiento, lo virtual como (des)encuentro, como deseo insatisfecho, como proyección del ideal de sí mismo, como disfraz que atrapa o libera... como espejo en el que narciso se regodea.
Quizás la flecha de cupido traspasa el monitor, pero no alcanza el cuerpo del otro, no lo atraviesa. Falta materializar el blanco.
El amor virtual sin más, es un amor platónico, un señuelo.
Enamora-miento ilusorio de internautas que están meramente "en-red-a-dos".




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